Nací en Barcelona el noviembre del año 1982. Llegué al mundo en un momento en que el Sol, la Luna, Mercurio, Venus y Júpiter estaban reunidos en escorpio y resulté ser muy escorpiana.

Mi infancia fue alegre, feliz. Mientras en otros lugares desaparecía gente en manos de militares, dictadores o grupos terroristas; mi mayor trauma fue la muerte de mi periquita o los cuatro tantos que mi equipo encajó en una final de-cuyo-nombre-no-quiero-acordarme.

Me gradué como ingeniera informática y ejercí algunos años como tal. Sin embargo, sentía que el mundo me llamaba más allá de las líneas de código Java, el terminal financiero y la voz sobre IP. Fue así como, en el año 2012, me aventuré hacia Latinoamérica. Allí conocí, compartí, amé, discutí, lloré y sonreí, soñé, chambeé, tropecé, viajé, laburé, escribí y aprendí, aprendí, aprendí…

A mitad del año 2014, y por casualidad, llegué al distrito de Pangoa y conocí al pueblo amazónico nomatsiguenga, un pueblo que aún conserva gran parte de su cultura originaria. De este encuentro surgió Nomatsiguenga, el libro.

Desde entonces he tenido la oportunidad de compartir muchos momentos con los pobladores de Pangoa: nomatsiguengas, ashaninkas y colonos. En el año 2015 inicié a trabajar por la Asociación Semillas para el Desarrollo Sostenible, con la cual colaboré en el proyecto de construcción de la escuela de la comunidad nativa Jerusalén de Miñaro, así como del Parque Bambú que la acompaña. Una oportunidad única y extraordinaria de trabajar mano a mano con una comunidad nomatsiguenga. Y de aprender. Siempre es un buen momento para aprender.

Marta Anducas