La escuela de la vida también tiene sus maestrías en arquitectura. Tras años de estudio, el arquitecto o arquitecta termina la Universidad con la cabeza llena de estructuras, materiales y sistemas de ventilación; además de una jerga inentendible para el resto de la humanidad. Sin embargo, el aprendizaje no se detiene con un diploma y el birrete al aire; y es precisamente entre personas que no saben usar la wincha, mucho menos interpretar un plano de planta o alzado, donde uno puede matricularse al curso de “arquitectura in situ”.
Cualquier infraestructura o intervención pública urbana se proyecta dentro de un contexto específico: un entorno rural o urbano; un clima seco, cálido, lluvioso o desértico; una cultura selvática, asiática, cosmopolita o arábiga; una geografía accidentada, plana o multisectorial. Infinidad de factores definen infinidad de realidades. Ante un contexto en particular, uno puede replicar un modelo prefabricado; o puede consultar el entorno y crear en integración con el mismo.
La más grande ventaja de la réplica de modelos prefabricados se define en términos de ahorro económico y de tiempo: el trabajo se limita a copiar-y-pegar. Sin embargo, cuestiones como el impacto visual, cultural, climático o la sostenibilidad a largo plazo quedan en duda al no ser estructuras plenamente adaptadas al contexto. Un ejemplo, los módulos prefabricados de escuelas de la costa peruana utilizados en la selva: el techo, plano y no adaptado a la lluvia intensa, genera goteras por doquier, una pesadilla para alumnos y docentes. Otro ejemplo, la escuela de primaria construida con demasiado concreto, entre las casas de madera y techo de palma de la comunidad nativa asháninka de Incariado, un garbanzo en el corazón de la Selva Central del Perú.
Ante estos garbanzos entre lentejas, la arquitectura in situ plantea la integración de la construcción con el entorno. El proceso se alarga, pero las ventajas son múltiples y diversas.
En primer lugar, la adaptación al clima y al contexto geográfico parece algo obvio e imprescindible para la viabilidad y sostenibilidad de la obra. Además, el uso de materiales locales y fácilmente accesibles reduce los gastos de transporte, así como impulsa la revalorización de los materiales propios, tantas veces menospreciados. El uso de madera, en lugar de concreto, en las construcciones de la selva, es un ejemplo de ello.
Por otro lado, una de los más grandes aprendizajes que ofrece la arquitectura in situ es la integración de la construcción con la identidad y cultura del lugar. Para ello, es necesaria la interacción con el entorno y hacer partícipe los habitantes del barrio, distrito o comunidad en el diseño del espacio. Mediante talleres participativos, el equipo de profesionales y los habitantes de carne y hueso, aportan su punto de vista, consideraciones y sugerencias. De la integración de las diferentes informaciones surge un proyecto único y adaptado al entorno. Además, el proceso brinda cierto empoderamiento de la población, pocas veces consultada, en demasiadas ocasiones ignorada.
Definitivamente, la arquitectura in situ requiere de una mentalidad abierta y la voluntad de hacer las cosas bien hechas. El proceso de construcción no es algo aislado y el arquitecto un simple diseñador de mapas; al contrario, el arquitecto es el creador y artífice de un pedazo del mundo que habitamos. Una responsabilidad que no debería reducirse al copiar-y-pegar.
Un artículo para la asociación Semillas, publicado en la Revista digital de arquitectura Apuntes, Mayo 2015.
Buen día, Marta, buena noche:
A mi modesto entender, lo has dicho estupendamente (de p.m.): qué se hace, qué defectos tiene, qué debería hacerse, qué ventajas aportaría.
Como bien indicas, los prefabricados suelen ser más baratos (cuando se fabrican muchos y el transporte y el montaje se incluyen en el coste directo, como nos enseñaron en la URSS de mitad del S.XX) y, también, (aunque no necesariamente) más feos. Pero, como apuntas, el problema reside más en la desidia del diseño (el maldito corta-pega).
Mis mejores deseos para tus (vuestros) objetivos; que haya multitud de lectores y que asimilen el contenido del texto.
Un abrazo desde Asturias,
JR, buenas noches / tardes / días (elegir según horario),
gracias por tus comentarios 🙂 (¡así no se te extraña tanto! jejej) Mira, acá otro artículo que escribí hace poco sobre lo que hacemos en Semillas: http://www.semillasperu.com/semillas/los-apellidos-la-participacion/
Un abrazo desde Pangoa,