Los Sacaojos Corriendo regresa Centeno desde el interior de la selva con un cuerpo entre los brazos. Es el cuerpo sin vida de un niño, un niño sin ojos.
¡Carajo, Tío! —¡Carajo, Tío! ¿Por qué a él, mi favorito? ¡La puta madre! ¿Por qué te llevaste a mi hijo? La montaña gime con los lamentos, surgidos desde sus mismas entrañas. Ante la figura demoníaca, Guillermo llora y se retuerce. Su cuerpo se ha convertido en un saco de polvo, lágrimas y huesos.
Memoria, Verdad, Justicia Mi querido hijo, Cuando leás esta carta dedicame una oración. Orá por mi alma, para que descanse en paz tras tantos años de engaños y sufrimiento. Rezá por mí, para que Dios me perdone y me permita gozar de la gloria del cielo.