
El Caballero Blanco
El guerrero cabalgó hasta la cabaña, empuñó la espada y se dispuso a saquear la única estancia de la casa. Antes de entrar, observó a través de la ventana al monje de traje oscuro que, arrodillado frente la cruz, murmuraba avemarías y acariciaba las cuentas de un rosario.